martes, 8 de febrero de 2011

5 años

Hola hoy he nacido de nuevo, y se ya que solo me quedan cinco años de vida tal vez menos. Es un largo proceso, y lo sé porque aprendí que el juego de pensamientos es tan parecido a la cábala como la misma ruleta rusa. Es simple, sacas unos cuantos pensamientos al azar y después tratas de pegarlos como en un collage que pretende dilucidar el nombre de dios en un rompecabezas sin fin, en un millón de eventuales y posibles realidades holográficas que es la vida.

El suceso de la vida es verdaderamente remarcable y no intento en un sentido amplio el desmeritarlo verdaderamente, pero tal vez puedo traducir este bamboleo estacionario como una carrera para encontrar el pensamiento que me dará la tranquilidad y los argumentos necesarios para partir de este mundo y modificar mi sustancia natural, cualquiera que esta podría ser hacia otro plano de existencia.

Dicen que la muerte es el paso a la vida, entonces si estoy vivo tal vez experimenté otrora la muerte, aterradora y escalofriante logró hacerme olvidar la penuria que había padecido para traerme de nuevo a este rincón.

Viviendo en esta estancia enfrenté muchos obstáculos pero nada fue tan placentero y esclarecedor como cuando por inercia o por azar (más acertado) pude alborear mi fecha tope en este planeta. Como una revelación, me di cuenta que absolutamente no importaba como iba a vivir este remanente pues mil ochocientos veinticinco días no eran nada y cualesquiera forma que escogiese habrá valido la pena.

Podría estar compungido por conocer con tal antelación la póstuma inutilidad de mi registro de nacimiento y de mis documentos de identidad, pero si soy completamente sincero, esta idea me cautiva y me sobrecarga de curiosidad. Pienso primero que tal vez podre viajar a otro planeta y conocer nuevas realidades de permitirán desarrollar a pleno mi orientación en el plano holístico, conocer el todo que hay dentro de mi ser para identificarme con la obra plena de la creación.

¡Oh! Muerte querida, que mis sentidos se pierdan en el sulfurado espacio si es menester de tu voluntad, que nunca jamás vuelva a sentir el miedo excesivo de amar siendo humano si esto es preciso para reposar bajo tu manto. Cúbreme con esa hiel que transformara mi cuerpo en cenizas, apodérate de mis restos y confínalos como abono para mis hermanas plantas, desgarra mi carne y hazla alimento de aquellos que la consumen conscientes de sus actos.
Líbrame de mis humanas pasiones, las mismas que al final de mis días poseyendo mi nombre y mi apellido me traen a la bendición de mi raza, la vida que comienza con la muerte, pero no me dejes regresar, no me lo permitas que quizás no lo pueda soportar de nuevo. Cúbreme del amor humano, puesto que mis lágrimas trataran de crear ríos que lo abalancen contra mí.

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