Sara me rompió el corazón, pero rompiéndolo me ensenó algo. Algo que tenía que traducir con tierno amor u odio incontable. Lo cierto es que mi fe en la humanidad disminuye con bajas considerables diariamente.
Ahora vuelvo a estar soltero, un estado o más bien una sensación que no disfruto en absoluto, me es totalmente indiferente.
Si el hecho de no querer buscar compañía entre los humanos me acosa, mi alma se enloquece en esas cuatro paredes de mi apartamento.
La amé como si el universo fuera su rostro y mis acciones las trayectorias de los planetas. Ahora todo este universo se derrumba y las ideas fluyen a otras galaxias, a otras esferas. Ya nada busca amor, por lo menos no romántico, y el dolor ya no es nada porque no tengo cuerpo. Ardo en la contemplación del todo y dejo de ser yo, ahora estoy feliz porque la energía es radiante y no soy más que eso. Mi cuerpo se ha esfumado, mis moléculas ya no reconocen el carbono y lo más parecido a mi conciencia, es el aire.
Sobrevuela la esfera ese nuevo ser de luz, compasión infinita y amor inconmensurable. Somos las sonrisas de todos ustedes, somos las pulsaciones de sus bajos y de sus más augustos pensamientos. Somos luz, ya todos somos luz y el universo deja de contractarse, reconfiguración de la materia.
Empieza de nuevo! Se expande! El amor no deja de repetirse. La constancia y la conciencia, esas que estarán presentes cuando se replantee la creación.
Te amo como cada vez que nace la vida, te amo cuando se duerme.
Siempre estaremos juntos porque somos uno, la forma más perfecta de energía.
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