Te aterra ser dios y a veces sentirte como un mendigo. Que lúgubre es tu mirada por las promesas del amor, oh tu humano, acaso no has podido dilucidar la diferencia entre el miedo y el amor. Tus humanas afecciones no te llevan más que a la tumba, y durante tu decrepitud la soledad te recuerda que nunca conociste realmente lo que era un verdadero romance.
Haz entonces lo que quieras hacer, no lo que tengas que hacer, y si aun me amas mañana llámame, sino espera el día en que yo vuelva a hacerlo. Algún día se nivelaran el hecho de lo que quieres hacer con lo que es moralmente correcto.
Extraño que me diga que soy lindo, que soy hermoso porque a mí también me gusta sentirme bello cuando soy humano.
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