CARV
Al principio creo que no me gustaba esta palabra, inconformista, porque tendía a relacionarla con pesimismo y fatalismo. Me parecía que los inconformistas eran desadaptados y tenían algún problema que les impedía vivir en comunidad y convivir de una manera u otra.
Conforme fue pasando el tiempo me di cuenta que esta segregación era en realidad una estratagema genial, pues ese mismo pensamiento implantado en mi cabeza estaba presente en la de los otros seres también. De esta forma cada vez que alguien se trataba de rebelar contra el sistema, este automáticamente y digo automático porque en el mismo instante enviaba sus robots humanos a combatir ese virus, a declarar que el mundo estaba bien y que no existía ese dicho “sistema”.
No quiero alegar que la causa de nuestra tristeza y trivialidad es el sistema, visto como algo sobrenatural. Preferiría pensar que es natural y que alguien en altas esferas del poder lo controla y maneja a su antojo. Al mismo tiempo me es difícil pensar que alguien pueda ser tan malo, que alguien quiera explotar a los otros en aras de gozar de una servidumbre perpetua, y sobre todo si esto significa vivir mejor mientras la mayoría de la población mundial es infeliz.
No puedo tampoco lidiar con el hecho de ver los recursos naturales abusados por la incompetencia humana, es triste ver la mano de sandeces con las que salimos a cada rato para justificar nuestro despilfarro, por ejemplo: Tendencias de moda que cambian con cada estación, modelos de vehículos igual de contaminantes, objetos sin ninguna utilidad diseñados para estorbar en los espacios, basura decorativa e implementos de belleza. Todo esto tratando de maquillar una sociedad autodestructiva que no entiende que todo empieza con el amor propio. Pero claro como permitir filtrar un tal pensamiento en una cabeza preocupada por la bolsa de valores o peor aun el dinero y sus más intimas relaciones con las entidades de crédito, esas mismas entidades que “sufren” la crisis al no tener setecientos mil millones de dólares para prestar a esos mismos clientes insensatos que la generaron en un principio. Como si la gente que no tiene cuentas no sufriera la crisis, no sufriera hambre o no tuviera necesidades.
Anton Chekhov
Cómo pretender profundizar estos conocimientos (cursos universitarios) si todo me es ajeno, pareciese que no habláramos de la misma realidad, divergimos en tantos puntos de vista que todo me suena a ficción. Creo entonces comprobar que existen diferentes realidades, pero el mundo solo está en contacto con una, la de las masas, ese pensamiento colectivo tan dañino que se propaga sin dios y sin profeta. Solo en la divagación (mental) y en mi imaginación encuentro el confort, la tranquilidad y el placer que añoro. Que complejos son el mundo y sus organismos. Que interesantes son las estrellas, los mares y las partículas subatómicas. Con que fuerza respiran la poesía y la literatura desde las entrañas de un corazón pensante pero que banal e inútil es la vida acarreada a latigazos por este sistema.
Exalto y glorifico las funciones de sus cuerpos, aliento esa conexión con el universo que tienen, aun el espíritu que los dirige en un océano sin luna pero sinceramente compadezco enormemente sus rutinas, preocupaciones y romances.
Me entristece mi soledad al quedar al margen de la vida donde sé ninguna comunidad cibernética podrá encontrarme un semejante, repito: que duro me es atravesar este sendero anhelando con fervor el amor de las hijas de la tierra. Que enternecido estoy al simular mentalmente mi muerte solo sin haber podido experienciar en los últimos momentos cuando mi cuerpo aun se alimentaba de oxigeno, el amor de una mujer. Caricias, Caricias…
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